viernes, 9 de marzo de 2012

Por que tendriamos que ver a un Psicologo?


Algunos años atrás la mayoría de la gente todavía pensaba que las personas que consultaban con un psicólogo estaban locas. Aunque los Psicólogos realmente trabajan con algunas personas que presentan trastornos mentales, hoy en día también ofrecen servicios orientados a cubrir otras necesidades de las personas. Mucha gente hoy se siente sola o vacía, en un mundo en el que el énfasis cultural se pone en aspectos bastante superficiales y en la gratificación inmediata.
En una psicoterapia se trabajan diferentes tipos de problemas, ¿a que nos referimos cuando decimos problemas? Un problema existe cuando hay una discrepancia entre lo que estamos haciendo y lo que nos gustaría estar haciendo. Conocer esa discrepancia es una parte importante de la resolución del problema. Sin embargo muchas veces esos problemas tienen complicaciones que desafían nuestra habilidad para resolverlos. Puede por ejemplo suceder que a pesar de nuestras buenas intenciones para cambiar las cosas, no conseguimos dar el paso fundamental para iniciar el cambio. Puede también suceder que uno se sienta insatisfecho con lo que esta haciendo pero eso sin tener una idea clara del porque. No podemos definir claramente el problema. Cuando esos problemas se hacen demasiado frecuentes o aparecen con más intensidad, entonces pueden derivar en síntomas más incómodos. Miedos, irritabilidad, desatención, falta de sueño, Etc. Solo para mencionar los más frecuentes. Muchas personas tratan de librarse de esos síntomas tapándose de trabajo, con entretenimientos, con sexo o con sustancias como comida, alcohol, o drogas. Lastimosamente estas estrategias solamente causan más problemas y degeneran en más síntomas.
Todos pueden beneficiarse de los servicios de un Psicólogo para mejorar y mantener la salud física y mental así como para promover la intimidad y la honestidad en la vida diaria.

sábado, 27 de agosto de 2011

DIFERENCIAS ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER


A cada día que pasa es mayor la cantidad de personas que buscan ayuda psicológica para mejorar su relacionamiento de pareja. Un aspecto que se verifica con frecuencia y aparece en el desarrollo de las sesiones es el desconocimiento de las diferencias entre hombres y mujeres, y de cómo esas diferencias pueden determinar el éxito o fracaso de una relación.

Hablar sobre las diferencias entre hombres y mujeres ha sido durante mucho tiempo una tarea temeraria. El peligro de caer en prejuicios o de ser visto como tendencioso constituía una posibilidad demasiado presente. No obstante, y a partir de las últimas investigaciones, hablar sobre las diferencias de sexo se está haciendo un poco más seguro otra vez. En efecto el tema ha sido fuente de inspiración para muchos trabajos, desde la ya clásica obra de Gray, “Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”, hasta los trabajos actuales de Audrey Nelson sobre la comunicación no verbal entre los dos sexos.

En este artículo empezaremos un recorrido por algunos de los aspectos en los que las diferencias entre el hombre y la mujer se perciben con mayor claridad. En los artículos que vendrán después estaré mencionando algunos de los problemas que se dan en las parejas y que se podrían disminuir al considerar las particularidades psicológicas del hombre y de la mujer.

La diferencia es sustancial y empieza en lo más básico de la existencia: en un solo cromosoma: el que determina que un hombre sea hombre, denominado “Cromosoma Y”, que es un débil hilo que contiene un mísero número de 25 genes, en comparación con el “cromosoma X”, femenino, una especie de cromosoma tuneado, repleto con 1.000 a 1.500 genes. Cuando mencioné esto a un paciente, me comentó sin dudar que le pareciera un desperdicio de tiempo y dinero un estudio complicado para descubrir algo tan obvio como que los cromosomas femeninos, con seguridad deben estar “mucho mas lleno de cosas raras”.

El resultado de esta diferencia se verifica en aspectos tan claramente visibles como el desarrollo del cuerpo hasta en cosas más sutiles como la propensión a ciertas enfermedades o trastornos. Y es ese el punto que hace urgente el tratamiento de las diferencias de género. De hecho varios estudios sugieren que la diferencia de género hace a los hombres más propensos a ciertas enfermedades como la esquizofrenia o el autismo. El Parkinson afecta al doble de hombre que de mujeres. Por su parte las mujeres son más proclives a sufrir de depresión.

Ruben Gur, Ph.D. descibrió que las mujeres tienen una mayor cantidad de materia gris en el cerebro y esto puede significar que el cerebro femenino tiene ciertas ventajas en el procesamiento de la información. El cuerpo calloso es un conjunto de nervios que esta vinculado con la habilidad verbal y es mayor en las mujeres (¿alguien tenía alguna duda sobre eso?). Los varones por su parte tienen mayor cantidad de materia blanca, lo que permite que la información se mueva con más facilidad de una región del cerebro a otra. El cerebro del hombre tiene mayor volumen de líquido cefalorraquídeo y eso hace que el cerebro masculino sea más resistente a los golpes.

En atención a otros aspectos podemos citar que las mujeres se preocupan más que los hombres mientras que los hombres son más propensos a tener problemas de memoria. Por eso los hombres olvidan todo mientras las mujeres recuerdan cada detalle de cualquier tema. La psicóloga Elaine D. Eaker publicó un estudio en Psychosomatic Medicine, en el cual investigó la forma en que discutían los matrimonios, y descubrió que mientras las mujeres se inclinan a perseguir el objetivo de una discusión hasta el final, la mayoría de los hombres tenían la tendencia de llamarse a silencio y retirarse para evitar continuar en el conflicto. Esto es percibido por las mujeres como una actitud agresiva y desatenta cuando solamente expresa una forma diferente de sentir y convivir con el conflicto. Y es en este punto en el que tenemos que detenernos. Es indispensable reconocer que nuestra pareja puede percibir la realidad desde una perspectiva muy diferente a la nuestra, sin que esto signifique necesariamente que estemos equivocados sino que simplemente somos personas distintas.

Nunca será suficientemente acentuado que la diferencia a la que nos referimos en las líneas anteriores no implica superioridad o inferioridad y tampoco debemos fingir desconocer que, diariamente, aparecen nuevas conductas en las que hombres y mujeres son cada vez más similares, conductas que muchas veces constituyen una amenaza para la convivencia, el relacionamiento y porque no, el matrimonio.

Las diferencias entre los dos sexos deben ser tenidas en cuenta como un paño de fondo para cualquier actividad humana. Cada conducta tiene componentes que responden a esa diferencia sustancial. La desatención a esa característica es un aspecto constante en varias situaciones de disfuncionalidad de la pareja. Y de esto estaremos tratando en los próximos artículos.

sábado, 29 de enero de 2011

BOTOX, SILICONA O PHOTOSHOP? La Psicología de los Tratamientos estéticos


En los últimos meses se han hecho cada vez más frecuentes los procedimientos médicos de tipo estético. Desde la aplicación de bótox, silicona, pasando por cirugías reconstructivas hasta las recientemente popularizadas cirugías bariatricas, (que estrictamente no debería aparecer en esta lista puesto que, si bien los beneficios estéticos pueden ser importantes, no son el objetivo último de la cirugía, tampoco es el objetivo alcanzar el peso ideal, que por otro lado sólo se consigue en algo más de la mitad de los casos). Pero ¿de que manera estos procedimientos afectan psicológicamente a los pacientes? En las siguientes líneas se mencionarán algunos datos que pueden arrojar algo de luz sobre el tema.

Un análisis hecho sobre 37 estudios del funcionamiento previo y posterior a las cirugías cosméticas[1], sugiere la existencia de resultados positivos que se traducen en la mejoría en la autoimagen corporal así como en la calidad de vida general. Sin embargo el mismo estudio señala el riesgo de importantes resultados negativos, especialmente porque muchas personas tienen expectativas poco realistas o esperan salvar una relación al someterse al procedimiento quirúrgico. Los resultados negativos serían frecuentes en esos pacientes. También se apunta a otro grupo de riesgo, el que lo constituyen los pacientes con un histórico de depresión, trastornos de ansiedad, ajuste, aislamiento social, problemas familiares, comportamiento autodestructivo y control de impulsos. En cualquiera de estos casos, que correlacionan fuertemente con elevada insatisfacción con los resultados de la cirugía, todo procedimiento quirúrgico se debe posponer hasta que el trastorno conductual haya sido tratado y controlado.

Uno de los aspectos a tener en cuenta es la posibilidad de la existencia de un trastorno dismorfico corporal (TDC) consistente en la preocupación por algún defecto en el aspecto físico. El defecto es imaginario o, si existe, la preocupación del individuo es claramente excesiva. Varios estudios muestran que del 7 al 12 por ciento de pacientes de cirugía plástica tienen alguna forma de TDC y que estos, en su mayoría no experimentan alivio a sus síntomas después de someterse a cirugías cosméticas, pudiendo inclusive desarrollar una tendencia a solicitar múltiples intervenciones en la misma o en otra parte del cuerpo.

Algunos estudios han llegado a vincular la insatisfacción con los procedimientos de cirugía estética al suicidio. Por ejemplo, en un estudio, del National Cancer Institute de 2001 se descubrió que las mujeres con implantes de mama eran cuatro veces más propensas a cometer suicidio que otros pacientes de cirugía plástica de la misma edad. Otros tres estudios también sugieren que el riesgo de suicidio aparece de 2 a 3 veces mas frecuentemente en sujetos que se sometieron a cirugía plástica[2]. Aunque la información siempre ha de ser tenida en cuenta yo considero que estos resultados deben tomarse con bastante prudencia puesto que ninguno de los estudios mencionados ha identificado una relación causal entre las cirugías y el suicidio. Así como varios especialistas, me inclino a pensar antes en la falsa expectativa puesta en la cirugía o en la existencia de un trastorno de ansiedad como los verdaderos elementos que predispongan al suicidio.

Afortunadamente, cada vez más los médicos solicitan la evaluación y eventual atención psicológica prequirúrgica, con lo que se previenen los aspectos potencialmente desagradables y el paciente recibe una atención en la que se aumentan significativamente los resultados positivos de la intervención. Estos cuidados se traducen, como se decía al inicio, en una mayor calidad de vida de las personas.


[1] Honigman, R., Phillips, K., & Castle, D.J. (2004). A review of psychosocial outcomes for patients seeking cosmetic surgery. Plastic and Reconstructive Surgery, 113(4), 1229–1237

[2] Para mayor información remitirse a:

- Rankin, M., Borah, G., Perry, A., & Wey, P. (1998). Quality-of-life outcomes after cosmetic surgery. Plastic and Reconstructive Surgery, 102(6), 2139–2145;

- Sarwer, D.B. (2001). Plastic surgery in children and adolescents. In J. Thompson & L. Smolak (Eds.) Body image, eating disorders and obesity in youth. (pp. 341–366). Washington, DC: American Psychological Association;

- Thompson, J.K., Heinberg, L.J., Altabe, M.N, & Tantleff-Dunn, S. (2004). Extracting beauty: Theory, assessment and treatment of body image disturbance. Washington, DC: American Psychological Association

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viernes, 24 de diciembre de 2010

Depresión de Fin de Año?


La navidad y el fin de año suelen traer un número inusual de pacientes a la consulta. La depresión de fin de año parece ser un fenómeno muy extendido y en algunas personas asume características de un verdadero trastorno de tipo estacional, de esos que se ensañan y regresan siempre en la misma época del año.

Un punto fundamental con el que creo importante empezar este artículo es que: si usted es una de esas personas que se deprimen en la navidad, usted no es una excepción a la norma, usted no es una persona rara o inadaptada, y usted no esta “mal de la cabeza” por no sentirse plenamente feliz en navidad. Y lo más importante, con un poco de información y siguiendo algunas sugerencias, puede reformular sus estrategias y pasar bastante bien durante las festividades de fin de año.

Empecemos por entender un poco mejor que es lo que determina que una persona se sienta decaída en esta época. La causa parece obedecer a las expectativas poco realistas que las personas tienen en relación con las festividades de fin de año. Los medios de comunicación se han encargado de difundir una imagen consumista de la navidad describiéndola con mucho brillo, energía y felicidad. Todo esto sazonado con muchas compras. Casi toda la festividad se concentra en los regalos y en reuniones que, en teoría deberían ser muy agradables.

La realidad es algo más compleja y hay varias razones que hacen con que uno se deprima en estas fechas:

En algunas personas las festividades de fin de año disparan tendencias a realizar una autocrítica, muchas veces comparando lo que tienen y lo que hacen con lo que otros aparentemente tienen o hacen cayendo casi inevitablemente en el desanimo. También existe la presión planteada por el consumismo, de realizar gastos de una manera que, en muchas ocasiones excede las condiciones o posibilidades. Otros pacientes suelen acusar desánimo al no poder pasar el feriado con sus seres queridos, por estar alejado de ellos o porque tiene que compartir su tiempo con diferentes grupos sociales. Finalmente está el grupo de personas que se siente triste porque ha sufrido la perdida de algún pariente o persona querida a quien, con seguridad se la extrañará en durante las festividades de fin de año.

Como se puede ver, es bastante fácil empañar nuestra idea de una navidad perfecta con cualquier variación de las situaciones arriba citadas. De hecho, siempre que nuestras expectativas son irreales, estamos expuestos a sufrir una decepción. Lo mismo suele suceder en los cumpleaños, cuando un pequeño detalle sirve para descomponer toda la fecha. Una vez mas, expectativas irreales. Entonces ¿Qué hay que hacer para no deprimirse en navidad? Los profesionales de la salud mental sugieren algunas estrategias[1]:

- En primer lugar, si la depresión es grave, busque la ayuda de un profesional calificado de la salud mental;

- Establezca límites personales sobre el dinero gastado en los regalos y el número de eventos sociales;

- No se enganche con las representaciones "perfectas" de la Navidad que los medios de comunicación, instituciones u otras personas tratan de vender;

- Reduzca sus expectativas y cualquier visión preconcebida sobre el “como debería ser”, simplemente esté presente y disfrute cada momento lo mejor que pueda;

- Participe en actividades que le permitan ayudar, preferentemente de una manera no-monetaria a causas nobles que atiendan a los menos afortunados;

- Esté agradecido por lo que tiene en su vida, en lugar de centrarse en lo que no tiene;

- Evite el exceso de reflexión acerca de su vida;

- Tome la iniciativa y haga cosas interesantes y divertidas;

- Si usted es religioso, participe en actividades de la iglesia que se centran en el sentido menos comercial de la Navidad;

- Concentre sus pensamientos sobre todas las cosas buenas acerca de la Navidad - la oportunidad de participar en la bondad, la generosidad de espíritu, y la gratitud de los demás en su vida.

Las festividades de fin de año pueden ser un buen momento para actuar de una manera que permita romper con aquella parte del pasado que constituye un lastre, apoyarse en las experiencias constructivas y proyectarse hacia lo que uno querría y podría ser.

¡Felices Fiestas!


[1] Basado en el articulo de Ray B. Williams “Christmas season brings depression for some”,

jueves, 2 de diciembre de 2010

¿Porque la música chatarra tiene éxito?



¿Porque la música chatarra tiene éxito?

En realidad no solo la música chatarra, la moda chatarra, las conductas chatarra, la comida chatarra, Etc. Pero podemos usar como ejemplo el tema de la música.

Desde muy joven me propuse evitar caer en eso de que “la música de mi época era mejor”, “que ruidoso eso que escuchan los jóvenes”, Etc. Para ese efecto tomé como costumbre dedicar un par de horas por semana a buscar, gracias a Internet, novedades en radios de EEUU y Europa. Cualquiera lo puede hacer y siempre se encuentra algo interesante y en todos los géneros, cada vez hay más y mejor música.

Entonces, ¿Por qué la gran mayoría de la gente escucha… bueno, eso que escuchan? La respuesta la da el sociólogo Matthew Salganik[1] quien nos dice que tenemos una idea errónea sobre nuestra autonomía al creer que tomamos decisiones en forma libre, y que sin embargo nuestras decisiones y preferencias obedecen, en gran medida a la fuerza de la influencia social. Y no es que uno finja apreciar algo, uno realmente termina prefiriendo aquellas manifestaciones culturales (¡?!) que permiten ser aceptados por el grupo. Por ejemplo si todos en el grupo están hablando del espionaje americano a los políticos paraguayos, entonces es importante tener el suficiente conocimiento del tema para poder participar del grupo, simple. A esta tendencia a repetir la norma social se la llama comportamiento de rebaño y por desgracia no se refiere exactamente a la manera de actuar de las ovejas. Los Seres humanos hemos evolucionado en grupos sociales, y como resultado, nuestros cerebros están configurados como para atribuir una gran importancia a lo que piensen los demás. En nuestra primera etapa evolutiva este comportamiento colaboró decisivamente a la preservación de la especie. Si la mayoría salía corriendo, lo más recomendable era salir corriendo en la misma dirección y la alternativa era terminar siendo el almuerzo de algún predador. Sucede que en nuestros días esa reacción todavía se halla bastante metida dentro de nuestra cabeza. Cuando escuchamos una melodía por primera vez puede resultarnos agradable o no. Cuando la escuchamos por segunda o tercera vez y percibimos que las personas que están a nuestro alrededor se muestran complacidas, entonces la parte más primitiva de nuestro cerebro se activa y determina que a partir de ese momento, nosotros también vamos a sentirnos complacidos con esa música. Hacemos esto cuando decidimos nuestros gustos en cualquier área: música, moda, terminología, gestos, ademanes, amistades y como resultado, nuestra misma forma de percibir la realidad.

En un estudio realizado por el Dr. Gregory Berns[2], se controlaron las respuestas neurológicas de un grupo de personas con la ayuda de un equipo de Resonancia Magnética. Dos cosas surgieron del estudio. En primer lugar, cuando las personas se ajustaban a la opinión de un grupo, aun cuando el grupo está mal, se observan cambios en los circuitos de la percepción en el cerebro, lo que sugiere que los grupos pueden modificar la forma en que vemos el mundo. En segundo lugar, cuando un individuo se ponía en contra de la opinión del grupo, se observó una fuerte activación en la amígdala, una estructura estrechamente asociada con el miedo. Esto indica que no sólo nuestro cerebro no está preparado para el pensamiento realmente independiente, sino que también se requiere un gran esfuerzo para superar el miedo a defender y manifestar las propias creencias. Siempre que vemos a un grupo de personas que hacen algo en forma aparentemente conjunta, nuestro cerebro se pone en modo social, hace caso omiso de nuestras propias percepciones y acepta de manera instintiva lo que hacen los demás.

La historia del hombre está plagada con ejemplos de personas aparentemente sensatas que, bajo el efecto y la presión de la masa, cometieron los peores desmanes. (Como por ejemplo casarse diría un amigo mío). También podemos hablar de fenómenos sociales inexplicables a la luz de la razón, pero que no obstante ocurrieron o todavía acontecen. (el holocausto judío, los hooligans). Afortunadamente, tenemos una corteza prefrontal que puede superponerse a lo instintivo y definir acciones racionales. Nuestra corteza prefrontal esta diseñada específicamente para que evaluemos de manera racional nuestro entorno para posteriormente tomar decisiones coherentes. De hecho, es la corteza prefrontal y sus funciones la que nos distingue de cualquier otro tipo de animal, en todo lo demás somos bastante parecidos. Esta parte de nuestro cerebro, hipotéticamente permitiría definir que lo que uno escucha, puede no ser realmente agradable y que lo que está pasando en la disco puede ser simplemente un fenómeno de histeria grupal. Si hiciéramos ese análisis nos daríamos cuenta que no vamos a morir si discutimos la calidad armónica del remix de pan panamericano, tampoco vamos a ser expulsados de la tribu (espero). Pero como lastimosamente es poco o nada lo que se ve de actividad prefrontal en nuestras decisiones cotidianas: ¡Esta muy bueno el pan, pan americano eeeh!!!


[1] Profesor Asistente en el Departamento de Sociología de la Universidad de Princeton. Sus intereses incluyen las redes sociales, los métodos cuantitativos, y la investigación social basada en la web.

[2]Profesor de psiquiatría y ciencias conductuales de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia.

martes, 23 de noviembre de 2010

¿Por que se pierde la pasión?

LA QUIMICA DEL AMOR

Un paciente me pregunta porqué le resulta difícil mantener “encendida” su relación con su pareja cuando hace solamente 4 años está casado y durante los primeros 2 años todo fue perfecto. Este tipo de consulta es más frecuente de lo que uno creería, (o querría), por lo que me parece, sería útil conversar un poco sobre las teorías que se han planteado acerca del amor. Y dije teorías porque existen varias. El amor siempre cautivó la imaginación del ser humano. Y aunque estamos acostumbrados a analizarlo bajo una óptica poética, esta vez vamos a darle una mirada con la lupa de la ciencia.

Y ¿que dice la ciencia sobre el amor? El punto de partida para su análisis es la teoría evolutiva que considera al amor como un elemento necesario para asegurar la preservación de la especie. El amor se habría consolidado evolutivamente en la medida en que los sujetos capaces de amar, tenían mayores posibilidades de cuidar, atender y finalmente criar adecuadamente a los hijos. Así pues, esos sujetos capaces de amar fueron pasando a sus hijos, juntamente con otras características evolutivas ventajosas, los genes que les hacían a ellos también, capaces de amar. En síntesis el amor se desarrolló como una estrategia de la naturaleza que nos permite seguir existiendo.

Pero eso todavía no explica porque los sentimientos cambian. Bueno, vamos por partes. Los cambios y matices en el amor tienen que ver con la química del cerebro. Según los últimos estudios neurológicos el amor puede ser vinculado a la presencia y combinación de algunas sustancias como la testosterona, el estrógeno, la dopamina, la norepinefrina, la serotonina y la vasopresina. Dependiendo de la combinación y niveles que estas sustancias presentan, la persona puede experimentar una sensación de atracción intensa (pasión), o por otro lado podría experimentar una necesidad de mantener una relación caracterizada por un cariñoso compromiso con la pareja (lo que caracteriza a las relaciones de larga duración). El problema con estas sustancias es que su efecto es pasajero (como el efecto de la mayoría de los químicos), y en el caso particular de la pasión, dura como mucho, algunos meses.

De hecho, esa sensación de no poder pensar en otra cosa que en la pareja tiene casi las mismas características que un trastorno obsesivo compulsivo, suele estar vinculada con modificaciones en los niveles de una sustancia llamada serotonina y se ha verificado que disminuye si se consumen antidepresivos. Si, eso mismo, el enamoramiento se hace más difícil y la pasión desciende cuando se esta consumiendo antidepresivos. Esto puede parecer muy poco romántico pero es una información que, en muchos casos explica la disminución del deseo, o del interés en la pareja.

El problema suele tener un desarrollo más o menos así: el ánimo de uno o ambos miembros de la pareja se ve afectado por un problema que puede no tener que ver con la relación. Las molestias llevan a que uno o ambos empiecen a consumir antidepresivos (Fluoxetina, Citalopram, Paroxetina, Certralina, Etc.), lo que dificulta todavía más la comunicación íntima. El deterioro es percibido como causante de los estados de ánimo y la relación queda peligrosamente comprometida.

En efecto, algunos pacientes con problemas de pareja acusaron una importante revitalización de su relación amorosa al dejar de consumir algunos antidepresivos. Esto NO quiere decir, ni mucho menos, que uno deba dejar de consumir una medicación que le fue prescripta por un médico, solamente indica que ciertos medicamentos tienen efectos verificables sobre la manera en que sentimos y nos relacionamos. Obviamente tampoco se está afirmando que ésta sea la explicación para todos los casos, cada situación debe ser analizada particularmente y no se debe perder de vista la complejidad que caracteriza a las relaciones entre personas.

Creo importante incluir en este párrafo algo que suelo pensar siempre que me encuentro frente a situaciones como la que describí más arriba. En algún momento, hubo algo, creo que fue el consumismo, que progresivamente fue vendiéndonos la idea de que podemos resolver nuestros problemas sin necesidad de involucrarnos, de comprometernos con la situación. Ahora podemos comprar las soluciones en la farmacia, y eso no requiere un esfuerzo de voluntad ni aguantar el stress de enfrentar la realidad. Una de las características que nos diferencia de los animales irracionales es la capacidad de postergar nuestra satisfacción para que, una vez resuelto el problema de fondo, se la pueda experimentar con la intensidad que uno desearía. Eso implica cierto esfuerzo de voluntad desde un proceso costoso y lento; hoy nuestro cotidiano requiere soluciones inmediatas aunque lastimosamente al costo de la perdida de la intensidad, sea del dolor o del placer.

jueves, 11 de noviembre de 2010

¿Todavía Buscando la pareja Perfecta?


El matrimonio, probablemente evolucionó como la mejor manera de poner en común el trabajo de hombres y mujeres para que las familias puedan subsistir y asegurar que los hijos puedan sobrevivir. De hecho los datos indican que el matrimonio todavía es el instrumento más indicado para ese efecto. Sin embargo, más allá de esta función básica, el propósito del matrimonio ha experimentado un cambio constante en su adaptación a los contextos socio históricos específicos de cada época. Como afirma Stephanie Coontz, del Evergreen College de Washington, es bueno recordar que el matrimonio se desarrolló inicialmente en un ambiente de escasez, condición que prevaleció durante casi toda la historia humana. "El primer propósito del matrimonio era hacer alianzas estratégicas con otras personas, para convertir a los extraños a los familiares"[1], dice Coontz. La idea que el matrimonio está vinculado al amor o a un contexto romántico es algo que aparece recién en el siglo XIX y lo mismo puede decirse de la noción que plantea que debemos tener una relación de compañerismo, amistad y principalmente mutua comprensión dentro del matrimonio. Así pues, todavía estamos tratando de ver como conseguir todo esto en el mismo paquete y al mismo tiempo seguir enteros.

Para complicar un poco más la cosa, ahora hay que desarrollar la vida matrimonial bajo el influjo del consumismo, con las leyes de la oferta y la demanda dictando que debemos buscar la perfección en toda mercadería; inclusive en una relación. Y una vez que consideramos, (muchas veces sin darnos cuenta), que nuestras relaciones son una mercadería que adquirimos, empezamos a medir su calidad en términos de mercado, vamos por la vida pensando "Merezco algo mejor de lo que tengo, Quizá un modelo mas nuevo, mayores prestaciones, algo más económico, mas a la moda”, Etc.

Si, porque el mensaje básico de casi todos los anuncios en la cultura de consumo es: Usted se merece más y nosotros se lo podemos ofrecer. Uno entonces observa su vida de pareja envuelta en la cotidianeidad y comienza a pensar: este no es el acuerdo que firmé cuando inicié la relación. O empieza a sentir que uno está poniendo en esto mucho más de lo que está sacando. Son evaluaciones derivadas del pensamiento consumista. Al permitir que los “valores” del libre mercado se infiltren en nuestras vidas privadas, hemos llegado a creer que la función de la pareja es, ante todo, darnos un servicio. Se termina considerando a la pareja como a un socio o como un proveedor de servicios. De la misma manera en que, bajo el influjo de la moda buscamos tener el mejor par de jeans, creemos que merecemos tener el mejor socio en nuestro relacionamiento. La evaluación de la eficacia de ese socio se hace a partir de la cantidad de placer que nos produzca pero el bono de placer, por desgracia, es tan volátil como las emociones que lo subyacen y tan hueco y frágil como el sentido hedonista de la felicidad.

Ahora, como nadie es perfecto, vamos todo el tiempo buscando una alternativa mejor, y vamos por la calle mirando no a los ojos de nuestra pareja romántica, sino por encima delsus hombros , por si acaso aparezca una oferta mejor. El pensamiento consumista socava el compromiso en las relaciones al animar a la gente a mantener sus opciones abiertas; y si usted piensa que podría haber algo mejor vuelta de la esquina, entonces lo habrá, porque usted no está plenamente comprometido con la relación que tiene. Queda claro que mantener las opciones en abierto no es el mejor camino para el éxito de una relación a largo plazo.

Un sentido de múltiples alternativas, de posibilidades ilimitadas, produce en nosotros la ilusión de que la perfección existe por ahí en algún lugar, y que se trata solamente de encontrarla. Pero el problema con la elección sin restricciones o las múltiples alternativas, explica el Doctor Schwartz[2], profesor de psicología del Swarthmore College, es que aumenta las posibilidades de una ruptura. Uno ya no se exige el esfuerzo para solucionar los problemas de la pareja puesto que hay otras alternativas. Como el consumismo nos vende que merecemos lo mejor, buscamos la perfección en todo. El sentido de humor de una persona, mezclado con el carisma de aquella otra, el aspecto de una tercera y llegamos a imaginar que habrá un paquete en el que todas las características deseables coexistan.

Lastimosamente esa búsqueda infantil de una persona perfecta, nos quita el tiempo que deberíamos invertir en acercarnos a nuestras parejas, descubrir la originalidad que nos proporciona cada característica individual y aventurarnos a construir una relación madura y placentera.

Eso ¿No seria… perfecto?


[1] Coontz, S. Marriage, A History, Penguin Group, New York, 2005.

[2] Schwartz, B. The Paradox of Choice, Harper Collins, New York, 2004