viernes, 24 de diciembre de 2010

Depresión de Fin de Año?


La navidad y el fin de año suelen traer un número inusual de pacientes a la consulta. La depresión de fin de año parece ser un fenómeno muy extendido y en algunas personas asume características de un verdadero trastorno de tipo estacional, de esos que se ensañan y regresan siempre en la misma época del año.

Un punto fundamental con el que creo importante empezar este artículo es que: si usted es una de esas personas que se deprimen en la navidad, usted no es una excepción a la norma, usted no es una persona rara o inadaptada, y usted no esta “mal de la cabeza” por no sentirse plenamente feliz en navidad. Y lo más importante, con un poco de información y siguiendo algunas sugerencias, puede reformular sus estrategias y pasar bastante bien durante las festividades de fin de año.

Empecemos por entender un poco mejor que es lo que determina que una persona se sienta decaída en esta época. La causa parece obedecer a las expectativas poco realistas que las personas tienen en relación con las festividades de fin de año. Los medios de comunicación se han encargado de difundir una imagen consumista de la navidad describiéndola con mucho brillo, energía y felicidad. Todo esto sazonado con muchas compras. Casi toda la festividad se concentra en los regalos y en reuniones que, en teoría deberían ser muy agradables.

La realidad es algo más compleja y hay varias razones que hacen con que uno se deprima en estas fechas:

En algunas personas las festividades de fin de año disparan tendencias a realizar una autocrítica, muchas veces comparando lo que tienen y lo que hacen con lo que otros aparentemente tienen o hacen cayendo casi inevitablemente en el desanimo. También existe la presión planteada por el consumismo, de realizar gastos de una manera que, en muchas ocasiones excede las condiciones o posibilidades. Otros pacientes suelen acusar desánimo al no poder pasar el feriado con sus seres queridos, por estar alejado de ellos o porque tiene que compartir su tiempo con diferentes grupos sociales. Finalmente está el grupo de personas que se siente triste porque ha sufrido la perdida de algún pariente o persona querida a quien, con seguridad se la extrañará en durante las festividades de fin de año.

Como se puede ver, es bastante fácil empañar nuestra idea de una navidad perfecta con cualquier variación de las situaciones arriba citadas. De hecho, siempre que nuestras expectativas son irreales, estamos expuestos a sufrir una decepción. Lo mismo suele suceder en los cumpleaños, cuando un pequeño detalle sirve para descomponer toda la fecha. Una vez mas, expectativas irreales. Entonces ¿Qué hay que hacer para no deprimirse en navidad? Los profesionales de la salud mental sugieren algunas estrategias[1]:

- En primer lugar, si la depresión es grave, busque la ayuda de un profesional calificado de la salud mental;

- Establezca límites personales sobre el dinero gastado en los regalos y el número de eventos sociales;

- No se enganche con las representaciones "perfectas" de la Navidad que los medios de comunicación, instituciones u otras personas tratan de vender;

- Reduzca sus expectativas y cualquier visión preconcebida sobre el “como debería ser”, simplemente esté presente y disfrute cada momento lo mejor que pueda;

- Participe en actividades que le permitan ayudar, preferentemente de una manera no-monetaria a causas nobles que atiendan a los menos afortunados;

- Esté agradecido por lo que tiene en su vida, en lugar de centrarse en lo que no tiene;

- Evite el exceso de reflexión acerca de su vida;

- Tome la iniciativa y haga cosas interesantes y divertidas;

- Si usted es religioso, participe en actividades de la iglesia que se centran en el sentido menos comercial de la Navidad;

- Concentre sus pensamientos sobre todas las cosas buenas acerca de la Navidad - la oportunidad de participar en la bondad, la generosidad de espíritu, y la gratitud de los demás en su vida.

Las festividades de fin de año pueden ser un buen momento para actuar de una manera que permita romper con aquella parte del pasado que constituye un lastre, apoyarse en las experiencias constructivas y proyectarse hacia lo que uno querría y podría ser.

¡Felices Fiestas!


[1] Basado en el articulo de Ray B. Williams “Christmas season brings depression for some”,

jueves, 2 de diciembre de 2010

¿Porque la música chatarra tiene éxito?



¿Porque la música chatarra tiene éxito?

En realidad no solo la música chatarra, la moda chatarra, las conductas chatarra, la comida chatarra, Etc. Pero podemos usar como ejemplo el tema de la música.

Desde muy joven me propuse evitar caer en eso de que “la música de mi época era mejor”, “que ruidoso eso que escuchan los jóvenes”, Etc. Para ese efecto tomé como costumbre dedicar un par de horas por semana a buscar, gracias a Internet, novedades en radios de EEUU y Europa. Cualquiera lo puede hacer y siempre se encuentra algo interesante y en todos los géneros, cada vez hay más y mejor música.

Entonces, ¿Por qué la gran mayoría de la gente escucha… bueno, eso que escuchan? La respuesta la da el sociólogo Matthew Salganik[1] quien nos dice que tenemos una idea errónea sobre nuestra autonomía al creer que tomamos decisiones en forma libre, y que sin embargo nuestras decisiones y preferencias obedecen, en gran medida a la fuerza de la influencia social. Y no es que uno finja apreciar algo, uno realmente termina prefiriendo aquellas manifestaciones culturales (¡?!) que permiten ser aceptados por el grupo. Por ejemplo si todos en el grupo están hablando del espionaje americano a los políticos paraguayos, entonces es importante tener el suficiente conocimiento del tema para poder participar del grupo, simple. A esta tendencia a repetir la norma social se la llama comportamiento de rebaño y por desgracia no se refiere exactamente a la manera de actuar de las ovejas. Los Seres humanos hemos evolucionado en grupos sociales, y como resultado, nuestros cerebros están configurados como para atribuir una gran importancia a lo que piensen los demás. En nuestra primera etapa evolutiva este comportamiento colaboró decisivamente a la preservación de la especie. Si la mayoría salía corriendo, lo más recomendable era salir corriendo en la misma dirección y la alternativa era terminar siendo el almuerzo de algún predador. Sucede que en nuestros días esa reacción todavía se halla bastante metida dentro de nuestra cabeza. Cuando escuchamos una melodía por primera vez puede resultarnos agradable o no. Cuando la escuchamos por segunda o tercera vez y percibimos que las personas que están a nuestro alrededor se muestran complacidas, entonces la parte más primitiva de nuestro cerebro se activa y determina que a partir de ese momento, nosotros también vamos a sentirnos complacidos con esa música. Hacemos esto cuando decidimos nuestros gustos en cualquier área: música, moda, terminología, gestos, ademanes, amistades y como resultado, nuestra misma forma de percibir la realidad.

En un estudio realizado por el Dr. Gregory Berns[2], se controlaron las respuestas neurológicas de un grupo de personas con la ayuda de un equipo de Resonancia Magnética. Dos cosas surgieron del estudio. En primer lugar, cuando las personas se ajustaban a la opinión de un grupo, aun cuando el grupo está mal, se observan cambios en los circuitos de la percepción en el cerebro, lo que sugiere que los grupos pueden modificar la forma en que vemos el mundo. En segundo lugar, cuando un individuo se ponía en contra de la opinión del grupo, se observó una fuerte activación en la amígdala, una estructura estrechamente asociada con el miedo. Esto indica que no sólo nuestro cerebro no está preparado para el pensamiento realmente independiente, sino que también se requiere un gran esfuerzo para superar el miedo a defender y manifestar las propias creencias. Siempre que vemos a un grupo de personas que hacen algo en forma aparentemente conjunta, nuestro cerebro se pone en modo social, hace caso omiso de nuestras propias percepciones y acepta de manera instintiva lo que hacen los demás.

La historia del hombre está plagada con ejemplos de personas aparentemente sensatas que, bajo el efecto y la presión de la masa, cometieron los peores desmanes. (Como por ejemplo casarse diría un amigo mío). También podemos hablar de fenómenos sociales inexplicables a la luz de la razón, pero que no obstante ocurrieron o todavía acontecen. (el holocausto judío, los hooligans). Afortunadamente, tenemos una corteza prefrontal que puede superponerse a lo instintivo y definir acciones racionales. Nuestra corteza prefrontal esta diseñada específicamente para que evaluemos de manera racional nuestro entorno para posteriormente tomar decisiones coherentes. De hecho, es la corteza prefrontal y sus funciones la que nos distingue de cualquier otro tipo de animal, en todo lo demás somos bastante parecidos. Esta parte de nuestro cerebro, hipotéticamente permitiría definir que lo que uno escucha, puede no ser realmente agradable y que lo que está pasando en la disco puede ser simplemente un fenómeno de histeria grupal. Si hiciéramos ese análisis nos daríamos cuenta que no vamos a morir si discutimos la calidad armónica del remix de pan panamericano, tampoco vamos a ser expulsados de la tribu (espero). Pero como lastimosamente es poco o nada lo que se ve de actividad prefrontal en nuestras decisiones cotidianas: ¡Esta muy bueno el pan, pan americano eeeh!!!


[1] Profesor Asistente en el Departamento de Sociología de la Universidad de Princeton. Sus intereses incluyen las redes sociales, los métodos cuantitativos, y la investigación social basada en la web.

[2]Profesor de psiquiatría y ciencias conductuales de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia.

Por que tendriamos que ver a un Psicologo?

Algunos años atrás la mayoría de la gente todavía pensaba que las personas que consultaban con un psicólogo estaban locas. Aunque los Psicól...