
¿Porque la música chatarra tiene éxito?
En realidad no solo la música chatarra, la moda chatarra, las conductas chatarra, la comida chatarra, Etc. Pero podemos usar como ejemplo el tema de la música.
Desde muy joven me propuse evitar caer en eso de que “la música de mi época era mejor”, “que ruidoso eso que escuchan los jóvenes”, Etc. Para ese efecto tomé como costumbre dedicar un par de horas por semana a buscar, gracias a Internet, novedades en radios de EEUU y Europa. Cualquiera lo puede hacer y siempre se encuentra algo interesante y en todos los géneros, cada vez hay más y mejor música.
Entonces, ¿Por qué la gran mayoría de la gente escucha… bueno, eso que escuchan? La respuesta la da el sociólogo Matthew Salganik[1] quien nos dice que tenemos una idea errónea sobre nuestra autonomía al creer que tomamos decisiones en forma libre, y que sin embargo nuestras decisiones y preferencias obedecen, en gran medida a la fuerza de la influencia social. Y no es que uno finja apreciar algo, uno realmente termina prefiriendo aquellas manifestaciones culturales (¡?!) que permiten ser aceptados por el grupo. Por ejemplo si todos en el grupo están hablando del espionaje americano a los políticos paraguayos, entonces es importante tener el suficiente conocimiento del tema para poder participar del grupo, simple. A esta tendencia a repetir la norma social se la llama comportamiento de rebaño y por desgracia no se refiere exactamente a la manera de actuar de las ovejas. Los Seres humanos hemos evolucionado en grupos sociales, y como resultado, nuestros cerebros están configurados como para atribuir una gran importancia a lo que piensen los demás. En nuestra primera etapa evolutiva este comportamiento colaboró decisivamente a la preservación de la especie. Si la mayoría salía corriendo, lo más recomendable era salir corriendo en la misma dirección y la alternativa era terminar siendo el almuerzo de algún predador. Sucede que en nuestros días esa reacción todavía se halla bastante metida dentro de nuestra cabeza. Cuando escuchamos una melodía por primera vez puede resultarnos agradable o no. Cuando la escuchamos por segunda o tercera vez y percibimos que las personas que están a nuestro alrededor se muestran complacidas, entonces la parte más primitiva de nuestro cerebro se activa y determina que a partir de ese momento, nosotros también vamos a sentirnos complacidos con esa música. Hacemos esto cuando decidimos nuestros gustos en cualquier área: música, moda, terminología, gestos, ademanes, amistades y como resultado, nuestra misma forma de percibir la realidad.
En un estudio realizado por el Dr. Gregory Berns[2], se controlaron las respuestas neurológicas de un grupo de personas con la ayuda de un equipo de Resonancia Magnética. Dos cosas surgieron del estudio. En primer lugar, cuando las personas se ajustaban a la opinión de un grupo, aun cuando el grupo está mal, se observan cambios en los circuitos de la percepción en el cerebro, lo que sugiere que los grupos pueden modificar la forma en que vemos el mundo. En segundo lugar, cuando un individuo se ponía en contra de la opinión del grupo, se observó una fuerte activación en la amígdala, una estructura estrechamente asociada con el miedo. Esto indica que no sólo nuestro cerebro no está preparado para el pensamiento realmente independiente, sino que también se requiere un gran esfuerzo para superar el miedo a defender y manifestar las propias creencias. Siempre que vemos a un grupo de personas que hacen algo en forma aparentemente conjunta, nuestro cerebro se pone en modo social, hace caso omiso de nuestras propias percepciones y acepta de manera instintiva lo que hacen los demás.
La historia del hombre está plagada con ejemplos de personas aparentemente sensatas que, bajo el efecto y la presión de la masa, cometieron los peores desmanes. (Como por ejemplo casarse diría un amigo mío). También podemos hablar de fenómenos sociales inexplicables a la luz de la razón, pero que no obstante ocurrieron o todavía acontecen. (el holocausto judío, los hooligans). Afortunadamente, tenemos una corteza prefrontal que puede superponerse a lo instintivo y definir acciones racionales. Nuestra corteza prefrontal esta diseñada específicamente para que evaluemos de manera racional nuestro entorno para posteriormente tomar decisiones coherentes. De hecho, es la corteza prefrontal y sus funciones la que nos distingue de cualquier otro tipo de animal, en todo lo demás somos bastante parecidos. Esta parte de nuestro cerebro, hipotéticamente permitiría definir que lo que uno escucha, puede no ser realmente agradable y que lo que está pasando en la disco puede ser simplemente un fenómeno de histeria grupal. Si hiciéramos ese análisis nos daríamos cuenta que no vamos a morir si discutimos la calidad armónica del remix de pan panamericano, tampoco vamos a ser expulsados de la tribu (espero). Pero como lastimosamente es poco o nada lo que se ve de actividad prefrontal en nuestras decisiones cotidianas: ¡Esta muy bueno el pan, pan americano eeeh!!!
[1] Profesor Asistente en el Departamento de Sociología de la Universidad de Princeton. Sus intereses incluyen las redes sociales, los métodos cuantitativos, y la investigación social basada en la web.
[2]Profesor de psiquiatría y ciencias conductuales de la Escuela de Medicina de la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia.
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